El mal silencioso de la contaminación en Alicante

La ciudad mediterránea está entre las grandes urbes menos contaminadas de España. A pesar de ello, sus datos siguen muy por encima de los niveles que recomienda la OMS

Por David Gozálvez y Andrea Romero

Fachada del número 64 de la calle Susana Llaneras, en pleno centro de Alicante. Uno de los efectos de la polución a largo plazo es el ennegrecimiento de los edificios / David Gozálvez 

Cristina es enfermera en un hospital de Londres. Hacía casi 7 años que no visitaba la casa de sus padres en pleno centro de Alicante. Después de tanto tiempo sin pisar el hogar que la vio crecer, decidió coger un avión y darles una sorpresa. Al llegar a aquel antiguo edificio, la sorpresa se la llevó ella, al ver una fachada totalmente distinta a la que recordaba.

Durante su estancia fuera, el aumento de la contaminación fue ennegreciendo aquel antiguo edificio del número 64 en la calle Susana Llaneras, haciendo que Cristina se diese cuenta nada más aparecer por la esquina, lo que le llevó a reflexionar sobre el asunto. Si su casa había llegado a ese estado, ¿las personas también podríamos tener consecuencias similares?

Las consecuencias de la contaminación cuesta verlas a priori. El problema es que, cuando ya empiezan a ser visibles, puede que sea demasiado tarde. La contaminación que ha ensuciado el edificio en el que viven los padres de Cristina siempre ha estado ahí, aunque hayan pasado algunos años hasta que por fin ha podido verse. Pasa lo mismo cuando se trata de las enfermedades respiratorias. Vivir en ciudades con altos niveles de concentración de partículas dañinas para el organismo puede no tener consecuencias visibles hasta que entramos en edades adultas.

De la misma manera que somos conscientes de que el efecto del tráfico ha dejado marcas en las construcciones de la calle, cuando ya se deben volver a arreglar, pintar, etc., las enfermedades respiratorias se manifiestan cuando ya son muy graves, por lo que es demasiado tarde.

¿Cómo se conoce el estado de la calidad del aire que respiramos?

Para medir los agentes contaminantes, en la ciudad de Alicante hay ocho estaciones encargadas de recopilar a cada instante toda la información acerca de la calidad del aire. Las estaciones de El Pla, Rabassa, Florida-Babel, Pesquera, Parc, Frutero, ISM y Moll se encargan de medir principalmente las partículas por metro cuadrado (PM10 y PM2,5) presentes en el aire.

Las estaciones de Frutero, ISM y Pesquera miden sólo estas variables, pero otras como las de Florida-Babel, Rabassa o El Pla hacen una medición más pormenorizada en la que se distinguen gran cantidad de agentes contaminantes, como el dióxido de nitrógeno o el ozono, o incluso algunas variables meteorológicas, como la temperatura, la humedad relativa, o las precipitaciones por metro cuadrado.

¿Qué agentes contaminantes dañan nuestra salud?

  La contaminación del aire es un problema que afecta a ciudadanos de todas las edades, pero sus efectos pueden verse agravados en las personas mayores / David Gozálvez

Existen infinidad de agentes que, dependiendo de diversos factores como la situación atmosférica, temperatura, lluvias, viento, reacciones químicas, etc., pueden llegar a afectar la salud de las personas.

En el aire hay materia de tamaño microscópico en suspensión. Esta materia es considerada el agente contaminante más dañino para la salud humana, y se distinguen dos tipos: Las PM10 y las PM2.5. Ambas son partículas formadas por polvo, cenizas, hollín, metales, cemento o polen.

En primer lugar, las PM10 son partículas cuyo tamaño es menor que 10 µm (1 micrómetro corresponde a la milésima parte de 1 milímetro), y procede principalmente de procesos mecánicos generados por actividades humanas como la construcción.

Por otro lado, las PM2.5, son partículas cuyo tamaño es aún menor que las anteriores, es decir, con un diámetro menor a 2.5 µm. Estas son el resultado de combustiones de carburantes o maderas.

De hecho, son estas más pequeñas las que suponen un mayor riesgo para la salud de las personas, puesto que se cuelan en nuestros organismos con mayor facilidad debido a su pequeño tamaño. De esta forma, se filtran en nuestras vías respiratorias y en la sangre, generando así enfermedades tales como alergias o asma, hasta incluso otras más peligrosas como cáncer o problemas cardiovasculares.

Las partículas en suspensión están presentes en el aire que respiramos, y en el caso concreto de la ciudad de Alicante, en las dos estaciones que recogen datos, aparecen por encima de las recomendaciones establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para una calidad del aire adecuada.

Además de esas partículas en suspensión, encontramos otros químicos que afectan a nuestros organismos. Entre ellos el dióxido de nitrógeno (NO2), que se encuentra en cantidades muy elevadas en ciudades como Alicante, especialmente en las áreas del centro donde el tráfico es mayor. El dióxido de nitrógeno se forma a partir de la combustión de motores de vehículos, siendo los diésel los que más contaminan, e industrias.

Eusebi Chiner, neumólogo: “El tráfico, sumado a otros contaminantes domésticos como el humo de tabaco, es uno de los estímulos más peligrosos en las épocas tempranas de la vida”

Las consecuencias, como cuenta el doctor Eusebi Chiner, Jefe del Servicio de Neumología del Hospital de Sant Joan d’Alacant, pueden ir desde efectos irritantes a corto plazo, hasta el surgimiento de enfermedades graves para la salud como asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). “Los casos más graves suelen aparecer tras una exposición crónica que puede estar presente en ambientes próximos a carreteras o grandes ciudades, donde hay mucha circulación de vehículos, sin olvidar la emisión de gases industriales por parte de las fábricas”. Chiner destaca también un dato sobre la exposición constante al dióxido de nitrógeno: “Cuando se supera una concentración media de 190 µg/m³ en el 40% de los días de un año, aumenta la frecuencia de infecciones respiratorias por afectación de la mucosa de la vía aérea”.

Esta es la tendencia que sigue el dióxido de nitrógeno a lo largo de un día. Para obtener los resultados hemos hecho la media de la cantidad de NO2 µg/m³ durante todas las horas del día, todos los días de la semana de un mes aleatorio, marzo del año 2021, en la estación de El Pla, situada en un punto céntrico de la ciudad de Alicante. Según cuenta Nuria Galindo, profesora de la asignatura de contaminación atmosférica en el grado en Ciencias Ambientales de la UMH, el tráfico es uno de los principales generadores de este agente, por lo que, como observamos en la gráfica, las horas de más tráfico coinciden con los picos de este contaminante.

Estos picos vienen dados por las horas punta de entrada y salida del trabajo, más o menos a las 8:00h y a las 20:00h entre semana, mientras que los fines de semana, el aspecto de las gráficas cambia considerablemente. En primer lugar, los sábados, hay mucha gente que también se desplaza para trabajar, por lo que el modelo sigue pareciéndose, aunque presenta ligeras variaciones como que los niveles más altos de NO2 son mucho más bajos que estos mismos entre semana. En cuanto a los domingos, el caso cambia aún más al ser un día festivo para mucha más gente. El primer pico de la mañana se reduce notablemente, ya que se reparten más los desplazamientos, mientras que el de la tarde sigue estando presente, aunque en unos niveles más bajos, ya que coincide con la vuelta a casa de las personas que salen a pasar el día fuera.

  La combustión de los motores de los vehículos y los residuos expulsados por las fábricas industriales son algunos de los más importantes generadores de dióxido de nitrógeno (NO2)   

La media de la presencia de dióxido de nitrógeno en Alicante en el año 2021 fue de 16 µg/m³, la cifra más baja desde que se registran datos en la estación de El Pla. Este dato se sitúa por debajo de los 40 µg/m³ que fijaba la Organización Mundial de la Salud como límite para la protección de la salud humana hasta 2020. Tras la actualización de las limitaciones en 2021 el máximo fijado por la OMS es ahora de 10 µg/m³ de media al año, por lo que los registros del pasado año superan ligeramente los máximos. Según un informe de la revista científica Enviromental Pollution, a partir de los 10 µg/m³ se incrementa hasta en un 10% la posibilidad de padecer cáncer de pulmón en un futuro.

A pesar de todo, es la media anual más baja. Este descenso comenzó a vislumbrarse a partir del año 2020 con el confinamiento a causa de la pandemia de Covid-19, y su continuidad se debe en parte a la menor utilización de vehículos, debido al aumento del teletrabajo, el fomento de la utilización del transporte público, patinetes y bicicletas, y la mayor presencia de vehículos híbridos y eléctricos.

Otro de los agentes presentes es el ozono (O3), un gas muy agresivo, capaz de corroer materiales, superficies y tejidos vivos. Estos últimos son los más preocupantes, ya que en personas puede llegar a afectar a los tejidos de los órganos, llegando directamente a pulmones y bronquios. Este gas no se emite de forma directa, sino que es fruto de reacciones químicas en la atmósfera. Por ejemplo, la incidencia de la luz solar afecta en mayor medida, por lo que cuanto más sol haya, también habrá mayor nivel de O3. Es por ello que, en los meses estivales, las concentraciones de ozono son mayores. Pese a ello, este no es el único condicionante, ya que otros componentes que sí emite el ser humano con sus actividades, también afectan.

En cuanto a las consecuencias de este gas para el cuerpo humano, Eusebi Chiner explica que son “muy parecidas a las generadas por el dióxido de nitrógeno”. En general, aumentan el índice de infecciones respiratorias, la presencia de tos, y se exacerban los síntomas de pacientes con enfermedades respiratorias.

“Hay que tener en cuenta que el ozono se deposita en capas bajas, por lo que las personas que trabajan al aire libre o que practican deporte en la calle pueden ser más susceptibles a este gas”, indica el neumólogo. Los síntomas que pueden aparecer en esta población expuesta pueden ser tales como dolor de cabeza, irritación, o problemas en la función pulmonar, tanto de manera aguda como crónica.

Al analizar la presencia de ozono a lo largo de una semana en cada una de las estaciones del año, se aprecia una evolución ascendente del invierno, siendo 65 µg/m³ el pico máximo, a la primavera, con 110 µg/m³. Siguiendo esta tendencia, en verano tendrían que presentarse valores aún más altos, sin embargo, esto no es así.

En verano se alcanzan niveles altos de O3, ya que a más temperatura e incidencia del sol, este aumenta, pero hay que tener en cuenta también que en este periodo hay menos desplazamientos debido que es época de vacaciones. Muchas personas dejan de acudir al trabajo como lo hacían antes y niños y jóvenes dejan de ir a las escuelas. Es por ello que al desaparecer estos desplazamientos que sí se realizan el resto del año la tendencia no continúa al alza, y la cifra de ozono llega hasta los 79 µg/m³.

En otoño, estación en la que sigue habiendo buenas temperaturas, vuelven los desplazamientos por trabajo y escuelas. De este modo, vemos niveles de O3 más altos que en invierno, que hace más frío, llegando a los 69 µg/m³.

El tráfico: la mayor fuente de contaminación

  Las carreteras de las zonas céntricas y las autopistas y autovías son los puntos en los que más concentración de vehículos se genera, y por tanto existe una mayor contaminación del aire   

La circulación de automóviles es la principal responsable de las emisiones de agentes contaminantes del aire. Además del dióxido de nitrógeno (NO2) y el material particulado (PM10 y PM2,5), el tráfico genera también otros gases contaminantes tales como el monóxido de carbono (CO) y componentes orgánicos volátiles (COV), todos ellos responsables de la proliferación de enfermedades cardiorrespiratorias.

Según un estudio de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) del año 2012, la mortalidad causada por la contaminación ronda las 38.600 defunciones al año, cifra del mismo orden de magnitud que las muertes atribuidas a los efectos del tabaco. El estudio señala también que “la contaminación atmosférica es un factor de riesgo de primera magnitud en salud pública que aumenta de manera significativa la mortalidad prematura por causas respiratorias”.

Eusebi Chiner habla de un estudio en el que se realiza un seguimiento comparativo de población infantil en zonas con mucho tráfico y en zonas lejanas a estos ambientes. Los resultados del estudio mostraron que los que habitaban en zonas urbanas tenían mayor prevalencia de asma bronquial y mayores problemas respiratorios a largo plazo hasta la adolescencia. Tal y como indica el doctor, el tráfico es un agente que influye sobre todo “en las épocas tempranas del desarrollo pulmonar”. Los pulmones pueden desarrollarse hasta los 8 años o incluso hasta la adolescencia, por lo que “el tráfico, sumado a otros contaminantes domésticos como el humo de tabaco, es uno de los estímulos más peligrosos en las épocas tempranas de la vida”.

Chiner destacó también el impacto de la contaminación en los dos años de pandemia o el posible uso de mascarillas en un futuro próximo a causa de la contaminación. El doctor explica su percepción acerca del uso de estas en ambientes industriales muy contaminados.

¿Cómo reaccionan las autoridades frente a los altos niveles de contaminación?

Para tratar de frenar los elevados niveles de contaminación presentes en las grandes zonas urbanas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) fija unos niveles que no deberían sobrepasarse para evitar que la mala calidad del aire influya en la salud de la población. En la siguiente tabla se muestran las pautas de calidad del aire según la Organización Mundial de la Salud desde el pasado 2021 comparadas con las anteriores normativas, fijadas en el año 2005.

Los gobiernos de cada país pueden utilizar estas directrices de diferentes maneras, ya que se trata sólo de recomendaciones. Dependiendo de las condiciones de cada región, las capacidades técnicas, económicas, políticas, etc., no se pueden tener los mismos niveles en todo el mundo.

Aunque estas pautas no son estándares ni criterios legalmente vinculantes, tienen como objetivo la orientación para reducir los impactos de la contaminación producida por el ser humano. Todo ello para asegurar la salud de la población.

En el caso del dióxido de nitrógeno (NO2), desde el pasado año el límite diario se sitúa en 25 µg/m³. En 2021, la estación de El Pla de Alicante, la más céntrica, ha sobrepasado los límites de dióxido de nitrógeno (NO2) de la OMS en 58 ocasiones, lo que significa un 16% del total de los días del año. En la estación de Florida-Babel, situada también en el núcleo urbano de la ciudad, pero más alejada del centro, la cifra baja a los 26 días, un 7% del total.

En cuanto a las partículas en suspensión, PM10 y PM2,5, los límites también han cambiado respecto a la anterior normativa del año 2005. En la estación de El Pla y las PM10, cuyo límite diario ha pasado de 50 a 45 µg/m³, se ha sobrepasado el tope en 11 ocasiones, únicamente un 3% del total de días del año. Por su parte, las PM2,5 han reducido su límite de 25 a 15 µg/m³ diarios. En la estación de Florida se ha rebasado en 75 ocasiones, un 21% del total del año. En la estación de Rabassa, alejada del núcleo urbano pero cercana a la autovía A7, la cifra es idéntica, se sobrepasa el límite en 75 ocasiones.

En cuanto al Ozono (O3), medido por las tres estaciones mencionadas, el límite según la OMS es de 60 µg/m³ en un período de seis meses. En el período de enero a junio de 2021 las tres estaciones registraron un exceso del límite, de 70 µg/m³ en El Pla y 67 µg/m³ en La Florida y Rabassa. En la segunda mitad del año tanto Florida como Rabassa superaron el límite ligeramente con 61 µg/m³. Mientras, la estación de El Pla registró una cifra de 59µg/m³, a punto de alcanzar el límite.

¿Qué pasa en el resto de España?

A principios de este 2022, se dio a conocer el resultado del informe del Observatorio de Sostenibilidad del que podemos sacar multitud de conclusiones acerca de la situación atmosférica en España. En primer lugar, y lo más preocupante, es que las 80 ciudades más grandes del país y en la que viven alrededor de 19 millones de personas, lo que supone el 40% de la población española, presentan niveles elevados de contaminación del aire, lo que supone un riesgo importante para la salud.

En lo que respecta al NO2, el principal contaminante producido por el ser humano, y que además se puede evitar, o al menos reducir su impacto, las ciudades más grandes son las que, obviamente, presentan mayores niveles de este contaminante. Pese a ello, hay muchas zonas en las que ciudades más pequeñas, también vienen presentando incrementos en los últimos años.

La media de la presencia de dióxido de nitrógeno en Alicante en el año 2021 fue de 16 µg/m³, la cifra más baja desde que se registran datos en la estación de El Pla

En este informe, en comparación con el del año anterior, vemos que las ciudades más contaminadas por NO2 fueron Leganés (32,5 μg/m3), Mollet del Vallès (30,6), Coslada (29,7), Madrid (29,2) y Tarrassa (28,1). Con estos datos, podemos concluir a simple vista que las ciudades con mayores concentración de NO2 son las que conforman áreas urbanas de grandes tamaños o están próximas a núcleos poblacionales muy grandes, con grandes afluencias de tráfico o de industria.

No todo iba a ser malo, ya que un gran número de ciudades también presentan mejoras, como son los casos de Murcia (-38 %), Valencia, (-15%), Alicante (-11 %) o Palma de Mallorca (-7 %). Otras urbes de entre 1.000 y 250.000 habitantes, también son modelos a seguir, como por ejemplo Castellón de la Plana (-25 %), Cartagena (-21 %) o Logroño (-15 %).

Respecto a las partículas PM10, las ciudades que más preocupan por su incremento respecto al pasado año son Zaragoza (57%), Santa Cruz de Tenerife (32%) y Albacete (26%). En el caso contrario, están Las Palmas (-45 %), Valencia (-27 %) y Arrecife (-23 %). En cuanto a las PM2,5 las ciudades más contaminadas son Marbella (16,9 μg/m3) Granada (15,5 μg/m3), Granollers (15,4 μg/m3) y Barcelona (15,1 μg/m3).

En nuestro país, ya se han puesto en marcha diferentes alternativas para reducir la contaminación, tales como el aumento de zonas peatonales, transportes no contaminantes, medidas desincentivadoras del coche privado, etcétera. Pese a ello, aún estamos lejos de cumplir con lo que sería ideal para nosotros y para el planeta.

En España y en muchas otras zonas alrededor del mundo deben readaptarse los planes y las políticas públicas para disminuir las emisiones de contaminación y que estas tengan un menor impacto en la población. Cualquier medida que implique una disminución de emisiones, ya sea pequeña o grande, será positiva tanto para nosotros como para las generaciones futuras, ya que estas repercutirán en la mejora de la calidad del aire y por lo tanto, en la salud de las personas y en el medio ambiente.

Nota metodológica

Al comienzo de la preparación de este reportaje, hicimos la primera lluvia de ideas sobre hacia dónde podríamos enfocar el contenido, ya que incluye información bastante técnica y es conveniente tener claro el camino hacia donde dirigirse.

Después de encontrar un tema que nos gustase, se ajustase a nuestras posibilidades y que sobre todo fuese de actualidad e interés para el público, nos pusimos a investigar en páginas webs que nos pudiesen ofrecer datos para formar nuestra base de datos. Entre ellas se encuentran el World Air Quality Index Project, el Servicio de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Alicante y la Red Valenciana de Vigilancia y Control de la Contaminación Atmosférica. Además también fuimos a parar a algunos documentos que nos servirían de gran ayuda para redactar, como la ley de calidad del aire y protección de la atmósfera o la directiva 2008/50/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 21 de mayo de 2008 relativa a la calidad del aire ambiente y a una atmósfera más limpia en Europa.

Tras recopilar las cifras suficientes para construir una base de datos sólida, creamos un libro de Excel en el que recogimos información acerca de las 8 estaciones de mediciones de calidad del aire en la ciudad de Alicante. Para cada una de ellas creamos distintas hojas que corresponden a cada año desde que comenzaron a recopilarse esos datos. Las más antiguas son de 2002, pese a ello, no todas miden los mismos agentes, por lo que tuvimos que valorar cuáles nos ayudarían más y si estaban colocadas en una ubicación que fuese verdaderamente importante.

El trabajo más tedioso fue el de insertar en Excel esa información y después ir ordenándola para que fuese fácil trabajar con esas hojas. De este modo, cuando quisiésemos buscar datos más concretos, no perderíamos mucho tiempo.

Teniendo toda nuestra base lista, no podíamos casi sacar conclusiones, ya que necesitábamos al menos una base de conocimientos para poder entender qué era lo que teníamos delante. Por esta razón, hicimos una lista de profesionales con los que podríamos contactar para que, en primer lugar nos dijesen si el trabajo que habíamos hecho era adecuado, y en segundo lugar, para que nos ayudasen a entender todos esos datos.

Nuestra primera entrevista fue con Nuria Galindo, profesora del área de física aplicada en la Universidad Miguel Hernández y especialista en contaminación atmosférica por la UNESCO. En la entrevista nos explicó que agentes eran los más importantes e hicimos con ella una propuesta de esquema de lo que podría ser el reportaje, eligiendo así los subtemas más adecuados.

Una vez hecho esto, comenzamos a elaborar gráficas de las que se pudiesen sacar claras conclusiones a simple vista y con información relevante, por lo que cuando apuntamos las ideas, comenzamos a redactar todo de una manera adecuada.

Al realizar nuestro primer esquema creíamos que era conveniente hablar también de legislación y de las pautas de contaminación que dictaminan organismos tales como la Organización Mundial de la Salud, por lo que accedimos a su página web para elaborar una tabla que pudiésemos incluir en el reportaje. De este modo podríamos mostrar de manera muy visual la diferencia entre lo que deberíamos estar contaminando con lo que de verdad contaminamos.

Después pasamos a investigar sobre casos más generales, es decir, no solo centrarnos en cuál es la situación atmosférica en Alicante, sino ver también otros casos alrededor de España, lo cual pensamos que era una buena idea para así poder comparar nuestra zona con otras áreas del país.

Tras leer diversos artículos en distintos periódicos, fuimos a parar al Informe del Observatorio de la Sostenibilidad, creado gracias a la Agencia Europea del Medio Ambiente. En él se analizan las ciudades que más han mejorado, las más contaminadas y el efecto en la atmósfera después del Covid-19. Después de haber recopilado suficiente información, pasamos a elegir los datos más importantes y así redactamos un apartado especial en el que hablamos de distintos casos alrededor del país.

Para seguir dándole forma al reportaje y contrastar toda esta información, era conveniente contactar con un profesional del campo de la salud, por lo que entrevistamos a Eusebi Chiner, Jefe del Servicio de Neumología en el Hospital de San Juan. Hablamos con él y nos contó los efectos y las enfermedades que causan estos contaminantes que mencionamos en el reportaje y qué medidas se deberían tomar para reducir ese impacto.

Tras sacar conclusiones sobre esta charla, reajustamos algunos párrafos del texto que ya teníamos e incluimos otros con esta nueva información que nos había proporcionado el doctor Chiner.

Finalmente, decidimos buscar más recursos visuales que acompañasen al texto y complementasen algunos de los datos. En este caso, incluimos varias fotos de edificios ennegrecidos, personas mayores entre el tráfico y acumulación de coches en el centro de Alicante. Todo ello con el propósito de que las imágenes apoyen el texto y hagan la lectura más amena.

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LocalDataLab Redacción del LocalDataLab.